Hitler: daños
colaterales en mi familia…. por Kurt Schleicher Tafel
¿Por qué escribo
este artículo? Pues por una serie de casualidades y coincidencias.
Empecemos por el
principio. Este verano he asistido a una macro-reunión familiar que celebramos
los miembros de mi familia materna – los Tafel- cada dos años, una vez en
América y la siguiente en Europa. Esto se debe a que en Estados Unidos hay
varios “asentamientos” de Tafel´s, descendientes de algunos que emigraron como
otros muchos a ése país. No creo que haya muchos cow-boys entre ellos, ya que la mayoría se quedaron por el Este
(Pensilvania en particular y otros se fueron a Canadá).
Este año la reunión
se celebró en Liverpool, cuna de los Beatles e iconos de la ciudad (por cierto,
que me sorprendió por su buen ambiente, lejos del prototipo de una ciudad
portuaria). Allí vive parte de nuestra “rama británica”, aparte de la alemana
–la más numerosa y origen de la familia- y la italiana. Yo soy el único
español. En el acto tuvimos un invitado
especial, ya muy mayor, escritor, que nos habló de su abuela –Julie Tafel -a la que llegó a conocer al celebrar
su 90 cumpleaños en 1932; ésta a su vez era también abuela de un primo segundo
mío, que fue un afamado teólogo, mártir y víctima de Hitler. Yo ya había oído
algo de esto en términos generales (mi madre me habló de él), pero poco más
sabía. Da la casualidad que entre los asistentes al encuentro de Liverpool, yo
era el único que pertenecía a la misma rama de la familia de Julie, es decir,
los que tenemos un tatarabuelo común frente a otras tres ramas diferentes. El
primer Tafel desde el que se hace el seguimiento es de 1612, disponiendo de un
árbol genealógico completo de las 4 ramas desde 1796.
Julie Tafel (1842-1936), hermana de mi tatarabuelo
La conferencia trató
de esta tía-abuela mía, muy longeva, que ya en sus últimos años se enfrentó en
cierta forma a Hitler con ocasión del boicot que se hizo a los judíos en el año
1933, oponiéndose públicamente a él, poco después de hacerse Hitler con el poder
en enero de aquél año. Dados los muchos años que ya tenía entonces -91-
debieron de respetarla, pero me resulta simpática su imagen de viejecita
incordiante plantada ante las tiendas judías blandiendo su paraguas y haciendo lobbying para que la gente siguiera
comprando en ellas, en contra de la voluntad del nuevo gobernante. Debe de
haber sido una abuela con mucho carácter…
Me pidieron en el
encuentro que si poseía fotos de mis abuelos que las difundiera y también me
propusieron que escribiese algo de mi rama familiar, cosa que acabo
prácticamente de terminar para el blog familiar. Al investigar un poco más a
fondo, he descubierto que víctimas de Hitler en mi familia, entre ahorcados y
fusilados, había unos cuantos más de lo que yo mismo sabía, quién sabe si
influidos por aquella abuela en el entorno familiar; de hecho, se manifestaron
en contra de Hitler y/o incluso participaron directamente en conspiraciones
contra él, cosa que terminó costándoles la vida. Pero no nos adelantemos.
Aparte de esto, yo
ya conocía de hecho la historia de mis abuelos maternos directos, que por causa
de un decreto de Hitler en 1940 se vieron forzados a volver desde Italia a
Alemania en plena guerra, lo que al final les terminó costando la vida a ambos.
De aquí sale el
título de “Daños colaterales de Hitler” en mi familia.
¿Podría haber sido
la historia diferente de lo que fue? ¿Qué hizo que se “torciera” todo?
Pasemos de puntillas
por encima de la historia alemana desde el final de la IWW y el tratado de
Versalles, con una Alemania vencida y controlada, aunque con la democracia
vigente en las sucesivas repúblicas de Weimar. Imperaba la resignación y los
deseos de mantener una normalidad institucional, lo que estaba en pugna con la
inestabilidad inherente a aquellas repúblicas y más teniendo en cuenta las
deudas de la guerra acumuladas que había que pagar, que contribuían en gran
medida a esta inestabilidad. El momento clave fue en Enero de 1923: a la vista
de los retrasos en los pagos de la deuda, Francia decidió ocupar la cuenca
industrial del Ruhr como represalia, con graves consecuencias para la naciente
economía alemana. El canciller alemán Stresemann decidió contemporizar y
declarar el estado de emergencia (por si acaso) dejando el poder en manos
militares centrales. Esto colmó el vaso del gobierno autónomo de Baviera, la “Cataluña
alemana”, declarando igualmente el estado de emergencia y poniendo a su propio
general al mando enfrentándose al poder central. Hitler ya era entonces el
líder del partido nazi con sus “camisas pardas”, embrión de las futuras SA y SS,
dentro del ámbito regional bávaro, por supuesto. Ya entonces tenía la intención
de iniciar un levantamiento o golpe de estado contra el gobierno central. Cuando
entrevió que la salida de la crisis sería, o bien por capitulación del gobierno
bávaro o bien por declaración de independencia bávara, decidió que lo mejor era
iniciar la revolución ya mismo dando un golpe de estado (bávaro) y formar
gobierno nuevo, con él a la cabeza y con la ayuda de un veterano general
(Ludendorff). Fue el famoso “putsch” de la cervecería de Munich, que le salió
mal y fue encarcelado.
Es curioso que este
hecho no hizo sino lograr que el hasta entonces desconocido Hitler dejara de
serlo y encima le diese la oportunidad de poner en orden sus ideas escribiendo
en la –dorada – prisión su famoso libro Mein
Kampf, que le dejaría pingües beneficios a lo largo de su vida, pues el
libro se vendió muy bien y dio alas a sus ideas de revanchismo y “renacimiento”
del espíritu alemán en muchas candorosas mentes. Ya se le veía el plumero
preconizando que el nacionalsocialismo alemán (o sea, él) debería ser “el amo
del mundo”, a base de destruir Francia y cargarse la democracia allá donde
estuviera, expandiéndose tanto al este como al oeste para lograr su “espacio
vital alemán”, al tiempo que depuraría la raza aria expulsando a todos los
demás, empezando por sus odiados judíos. O sea, que ya en 1924 cuando salió de
la cárcel, dejaba claras sus intenciones, que al fin y a la postre originaron la
IIWW.
Sin embargo, todo
eso levantó también muchas suspicacias y el partido nazi fue perdiendo
popularidad hasta un nuevo hito histórico: la Gran Depresión de 1929, que se
cebó especialmente en la débil Alemania. Recuerdo que mis padres me contaban que
en aquella época se empapelaban las paredes con billetes de banco, los antiguos
marcos, que perdieron todo su valor y salía más barato hacerlo así que comprar
papel para ello…
Hitler había
aprendido la lección; luchar contra el gobierno a base de golpes de estado no
parecía dar resultado y decidió que era mejor disfrazarse de cordero y armarse
de paciencia; a río revuelto (crisis), ganancia de pescadores… Tras seis años
de luchas internas, había conseguido hacerse con el control del partido nazi y
sus ideas cayeron en campo abonado tras los devastadores efectos en la economía
alemana tras la Depresión.
Relación biunívoca entre la Depresión del 1929 y votos al
partido nazi
1930. El
presidente de Alemania era entonces el ya anciano Hindenburg, quien nombró
canciller a un economista, Brüning, a ver si solucionaba la crisis económica.
Pero sus estilos eran bien diferentes: Hindenburg gobernaba a base de
decretazos y Brüning era un demócrata convencido y convocó elecciones generales
en 1930. Sorpresa: los nazis resultaron como segunda fuerza política incluso
por delante de los comunistas (eso me recuerda ciertas elecciones francesas
recientes, por cierto…). Hitler aprovechó su “momentum” y fue ganando apoyos entre
los militares y hasta en los poderes fácticos de la economía, con sus promesas
de resolver la crisis “de un plumazo”. Hindenburg (que despreciaba a Hitler) y
Brüning no lograron acuerdos con Hitler y se proclamaron nuevas elecciones en
1932. Otra sorpresa: Hindenburg ganó ampliamente. Razón: que dentro del partido
nazi las fuerzas también estaban divididas entre Adolf Hitler y Gregor Strasser,
facción más “moderada” dentro de los nazis y al que Hitler odiaba. Brüning
preconizaba la vuelta a una monarquía parlamentaria al estilo inglés, lo que le
enfrentó a Hindenburg. Aquí intervino el general Kurt Von Schleicher (¡coincidencia
de nombre y apellidos!), amigo de Hindenburg, quien ya estaba viendo las orejas
al lobo nazi, logrando que se nombrase canciller a una figura política
respetada (Von Papen) y evitar así que Hitler lograse una eventual mayoría.
Aquél convocó nuevas elecciones en el mismo año 1932, logrando que los nazis
perdieran votos, pero sin poder evitar que se alzaran como primera fuerza
política. Schleicher se ofreció a Hindenburg prometiendo dividir al partido nazi
si le nombraba canciller deponiendo a Von Papen, que no había conseguido
seguimientos suficientes; la idea era ofrecer la vicecancillería junto con él
al “enemigo” de Hitler, Strasser, mejor aceptado parlamentariamente. La idea no
era mala (“si no puedes con tu enemigo,
alíate con él” o “divide y vencerás”).
Así se hizo: Hindenburg echó a Von Papen y nombró Canciller a mi tocayo Schleicher.
Éste no perdió el tiempo y se puso en contacto con Strasser, logrando su
objetivo y que éste ganase en popularidad frente a Hitler, tanto es así, que se
cuenta que Hitler amenazó hasta con suicidarse. ¡Qué momento más bueno para
haberse cargado a “la bestia”, como ya se conocía a Hitler! Pero a Strasser no
se le ocurrió otra mejor idea que irse de vacaciones, esperando ser llamado a
su vuelta a liderar el partido y ser vicecanciller. Hitler se aprovechó,
maniobró y colocó en puestos claves del partido a sus simpatizantes, echando a
los otros, haciéndose con el control “de facto” tras convocar una “Jura de
fidelidad” en Berlín. Strasser desapareció del mapa político.
Gregor Strasser
Kurt von Schleicher, último canciller de
Alemania antes de Hitler. (Imagino que se trata solamente de una coincidencia
de nombre y apellidos, pero en fin, tocayo doble sí que lo es al menos).
Hitler, ya
envalentonado, exigió ser Canciller sin más historias, tras ganarse incluso al
hijo de Hindenburg y haciendo que su padre flaqueara. Encima, Von Papen, aún
escocido con Schleicher por haber conseguido que le echaran de canciller, se
puso de acuerdo con Hitler y engañó a Hindenburg con promesas de que podría
controlar “a la bestia” si formaba gobierno con él, pues estaría en minoría.
Hindenburg finalmente se dejó convencer, Schleicher tuvo que renunciar y se
nombró nuevo Canciller al propio Hitler, con Von Papen de vicecanciller. Era el
30 Enero de 1933. La bestia ya estaba al frente del gobierno junto a un anciano
presidente Hindenburg, al que le quedaban sólo un par de telediarios.
Hitler,
con Goering y Von Papen, estrenándose como canciller en 1933.
Ya estaba la zorra en el gallinero. Se
vistió de cordero, hizo ver que se subordinaba a Hindenburg y engañó a Von
Papen. Dos meses más tarde se incendió el Reichstag y Hitler se dedicó a
sembrar cizaña, ofreciendo a sus “camisas pardas” (que ya superaban en número
al propio ejército) para castigar a los culpables (nunca se supo si fue en
realidad una maniobra urdida por el propio Hitler). Consiguió engañar de nuevo
a Hindenburg, logrando que firmase una ley que dotaba a Hitler de todos los
poderes legislativos, eso sí, manteniendo a aquél con los derechos de la presidencia incólumes.
Con ley en la mano,
se cargó a todos los gobiernos regionales de un plumazo y nombró en su lugar a
gobernadores convenientemente controlados por él. ¡Ya era “una” Alemania!
Hitler y
Hindenburg en la celebración del 1 de Mayo de 1933. Las caras de ambos son un
poema: Hitler exultante y Hindenburg alicaído. Al día siguiente, Hitler se
cargó a todos los sindicatos y después prohibió todas las huelgas.
Si se le veía
venir: en Abril de 1933 ya había promulgado el decreto de boicot a las tiendas
y posesiones judías. (Recordar la oposición de mi tía-abuela). Es curioso mencionar
que este decreto afectó seriamente a un tal Albert Einstein, que ya había
salido por pies de Alemania un par de meses antes, a la vista de los
prolegómenos. ¿Qué habría pasado si se hubiese quedado?
Von Papen seguía de vicecanciller, pero ya
era una marioneta. En Julio de 1934 se aprobó la Ley del Partido Único (el
nazi, naturalmente) y sin dificultades parlamentarias.
Alemania ya era una Dictadura y el lobo
comenzó a quitarse la piel de cordero.
De forma inmediata,
en el mismo mes de Julio y ya con las
manos libres y arremangado, Hitler se encargó de “purgar” a todos sus
declarados enemigos en la famosa “noche de los cuchillos largos” quitándolos
sencillamente de en medio con sus SS y la recién creada Gestapo. Más bien se
debiera haber llamado la “noche de la venganza”, pues los asesinados fueron,
entre otros, los líderes de las SA que se opusieron a él, su enemigo particular
en su propio partido Gregor Strasser, el antiguo canciller Kurt von Schleicher,
al que se lo cargó junto a su esposa y
Ernst Jung, colaborador directo de Von Papen; éste último se libró de
milagro.
Llegados a este
punto, ya entramos en la época del ascenso del tercer Reich. Hitler, con las
manos libres y suficientes apoyos financieros, cumplió con lo que había
prometido, pero bajo unas condiciones muy curiosas, como entre otras, aumentar
los puestos de trabajo masculinos a costa de los femeninos, alegando que “las
mujeres debían ser solamente amas de casa”. Se generó empleo y una moderada
inflación, pero logró industrializar el país y mejorar de forma asombrosa su
infraestructura. Eso le valió la credibilidad de muchos alemanes, consiguiendo
su apoyo. A esto le siguió el rearme militar, incrementando en 600000 soldados
al ejército de una tacada.
En 1938 dio comienzo
a lo que ya avanzó muchos años antes (¡!): su política expansiva. Empezó por el
Este, aparentemente más fácil; se anexionó Austria, se quedó con los Sudetes
(zona de habla alemana en Checoeslovaquia) y entró con su ejército en Praga
conquistando el país de paso. Luego pretendió repartirse Polonia con Rusia tras
un pacto con los soviéticos. A la vista de los éxitos y acuciado por las
prisas, decidió invadir Polonia sin esperar más, lo que ya colmó el vaso de la
paciencia de Francia e Inglaterra, declarándose la guerra en Septiembre de
1939.
Aquí cierro el ciclo histórico antes de la
IIWW, pues está claro que hubo muchas oportunidades para evitarla, ¡más aún
conociendo las intenciones de Hitler desde muchos años antes!
Está claro que no
todos los alemanes estaban a favor del dictador que les había llevado a un
callejón sin salida, aunque en aquella época y con los éxitos iniciales de la
guerra, muchos se habrán dicho eso de que “vamos
a ver qué pasa; este cabrón parece que cumple todo lo que dice y a lo mejor seremos
los amos del mundo de verdad…” Ciertamente
se crearon varios núcleos secretos de oposición, aunque esto cogió mayor fuerza
a medida que la guerra iba cambiando de signo.
El más conocido
fue la Abwehr, organización de inteligencia existente desde los años 20,
cuya tapadera fue después el propio contraespionaje nazi, al mando del
almirante Canaris desde 1935. Canaris inició actividades de oposición a Hitler
en secreto tras iniciarse la guerra. Militares de prestigio, como Erwin Rommel
o Klaus von Stauffemberg, también se unieron a ella posteriormente.
Almirante Canaris, jefe de la
Abwehr
Canaris fue un personaje muy peculiar que merece un estudio más
detallado, pero no lo puedo hacer aquí. Experiencia en combate en la Marina en
la IWW, juventud en Chile dominando el español y grandes dotes de diplomático.
A su vuelta a Alemania, llega a almirante y debuta en el contraespionaje desde
1935, teniendo acceso a mucha información privilegiada, que también le dio
poder y prerrogativas. Desde el comienzo de la guerra, se horrorizó por los
desmanes del nazismo y coordinó las labores de conspiración contra Hitler, que
terminó sospechando algo, pero su encanto personal y popularidad hicieron que
Hitler siguiera confiando en su buen criterio y fue quizás una de las pocas
personas que llegó a manipular a Hitler (evitó que se forzase a Franco a entrar
en la guerra, por ejemplo) y siempre trató de desanimar a Hitler de emprender
campañas de castigo. Se rodeó en el marco de sus conspiraciones para quitar a
Hitler del poder de muchas personas con relevancia y prestigio en diferentes
ámbitos sociales.
Mi primo segundo Dietrich Bonhoeffer, nieto de Julie Tafel, fue uno de
ellos; Dietrich, pastor protestante desde 1925, ya había logrado un merecido
prestigio internacional como teólogo, siendo muy crítico con la iglesia, tanto
la católica como la protestante, por su apoyo – o al menos no resistencia- al
propio Hitler. Tuvo conciencia muy pronto de la peligrosidad de éste y creó la
iglesia confesional ya en 1933, opuesta abiertamente al régimen nazi, y se
dedicó subrepticiamente a salvar y sacar judíos del país en colaboración con su
cuñado Hans von Dohnanyi y su hermana Christine. Tuvo ocasión de viajar por Roma,
Suecia, Suiza, Inglaterra y Estados Unidos, manteniendo contactos de tipo
teológico y ecuménico. Volvió de América en uno de los últimos barcos que
viajaron a Alemania antes de estallar la guerra; consideró que su labor debía
estar allí, pese al riesgo inherente.
Cuando Hitler se autoproclamó “Führer”
= “guía”, Dietrich sacó un panfleto en el que le denominaba “Verführer”, que tiene el doble
significado de “seductor” y “tentador”, ésta segunda en clara relación con el
Diablo; la indirecta era evidente. Es posible que este “chiste” fuera una razón
más para que fueran a por él. En 1939 se unió a la Abwehr de Canaris, junto a
varios miembros de su familia: su hermano Klaus, su cuñado Rüdiger Schleicher
(¡otra coincidencia!), su hermana Christine y el marido de ésta, Hans von
Donanyhi (que formaron una pareja muy activa en la resistencia), así como su
tío Paul Von Hase, nada menos que comandante en jefe militar de la ciudad de Berlín
entre 1940 y 1944.
Dietrich
Bonhoeffer
Hans von Dohnanyi y Christine Bonhoeffer, en el libro de su resistencia a Hitler
Klaus
Bonhoeffer
Rüdiger Schleicher
Paul Von Hase
Miembros de mi familia relacionados con la Abwehr y asesinados por Hitler
en 1945,
a excepción de Christine, cónyuge de
Hans, fallecida en 1965.
Evidentemente, Dietrich ya era
una persona sospechosa para los nazis y la Gestapo le tenía vigilado.
Sus ideas teológicas se adelantaron claramente a su tiempo y han tenido
gran influencia ecuménica, siendo reconocido por todas las tendencias del
cristianismo, tanto liberales como conservadoras. Tenía el don de imbuir su
rotunda fe en Jesucristo a sus discípulos y sosegar los espíritus atribulados
en momentos difíciles, en particular a sus compañeros de celda.
Dietrich fue detenido y encarcelado en Abril de 1943 en Berlín y más
tarde, tras el atentado a Hitler del 20 Julio de 1944, fue trasladado a
comienzos de 1945 al campo de concentración de Buchenwald primero y después al
de Flössenburg, donde fue ahorcado al mismo tiempo que Canaris el 9 de Abril.
Su paz interior y resignación momentos antes de su muerte fueron
extraordinarios, como se contaría después por algunos testigos.
En el mismo mes de Abril 1945 se fusilaría
al resto de sus familiares mencionados, es decir, su hermano Klaus, sus cuñados
Hans von Dohnanyi y Rüdiger Schleicher y su tío Paul von Hase.
Esta reacción visceral de Hitler
decidiendo todas esta sentencias de muerte pocos días antes de que él mismo se
suicidara, tiene su origen en la pataleta que agarró tras el famoso atentado
fallido de Von Stauffenberg, quien ya había coordinado una acción posterior
para hacerse con el poder a la muerte de Hitler junto con otros muchos
militares de alta graduación y fue fusilado meses antes en 1944. Este hecho se
recreó en la película “Valkyrie” con Tom Cruise encarnando al personaje. El
título de la peli se corresponde con la palabra clave del complot,
evidentemente coordinado con la Abwehr. Otro acusado famoso de pertenecer al
complot fue Erwin Rommel, forzado a suicidarse, pese a sus innumerables méritos
de guerra y no haberse probado que formara parte de conspiración.
Von Stauffenberg (sí que tiene un aire a Tom Cruise,
¿verdad?) y la mesa que salvó a Hitler en el atentado.
El propio Von Stauffenberg colocó la bomba a los pies de Hitler en la
Guarida del Lobo en Polonia el 20 de Julio de 1944, pero desafortunadamente
alguien la llevó un par de metros más lejos porque estorbaba. Stauffenberg ya
tenía organizado que alguien le llamase para poder salir a tiempo; desde lejos
vio la explosión y supuso que Hitler había muerto, poniendo en marcha la
operación subsiguiente de alzamiento militar y preparar el fin de la guerra de
forma pacífica. Lo que había pasado es que la bomba lanzó la pesada mesa contra
Hitler y sus dos ayudantes, protegiéndoles y que resultaran sólo con heridas
leves.
Entre la marcha negativa de la guerra en aquél momento y este hecho,
cuentan que Hitler se volvió mucho más desquiciado aún de lo que ya estaba.
¡Cuánto podría haber cambiado la historia del mundo si la maleta con la
bomba hubiese continuado en su sitio! Hubieran sido 10 millones de muertos
menos y que mis mencionados familiares hubieran seguido vivos.
Retrocediendo a los años 30, contaré sucintamente la situación de mis
abuelos maternos. Mi abuelo (1878-1947) fue ingeniero jefe de Siemens-Schuckert
en Nuremberg; en 1933, los médicos le recomendaron que por una enfermedad
bronquial se trasladase a un entorno más conveniente para su salud. Decidió
jubilarse con la pensión que le daban en Alemania y trasladarse al Tirol
italiano, por cierto en el mismo lugar y balneario de Merano en el que se
recuperó Sissi y donde hay una estatua en su recuerdo. Encontró casa no muy
lejos, en Bolzano, donde recaló con mi abuela y se llevó a sus dos hijas; una
de ellas mi futura madre. Mi tía, hermana gemela de mi madre, se casó un año
más tarde con un italiano, por lo que mis primos italianos siguen ahora todos
también en Italia, siendo prácticamente la única familia con la que mantengo un
estrecho contacto; mi prima mayor, que nació a finales del 1934, cumplirá en
este año 80 años en Bolzano.
Mis abuelos pasaron allí años muy felices, hasta que estalló la guerra,
que desde aquél entorno idílico parecía estar muy lejana.
Casa familiar cerca de Bolzano
(aún existe)
Alpes Dolomitas en el
Tirol italiano (Fotos de 1934)
Pero los hados en forma de Hitler lo
fastidiaron; éste sacó un decreto-ley en 1940 que todos los pensionistas
alemanes viviendo fuera de su país perderían su pensión si no volvían. Difícil
decisión, que solamente tenía una salida: volver a Alemania. Probablemente en
gran parte por el disgusto, mi abuela falleció el mismo año 1940 de un
repentino infarto, por lo que mi abuelo regresó a Alemania solamente con su
hija aún soltera (mi madre), que era quien cuidaba entonces de él. Encontró
casa en Stuttgart, donde al poco tiempo, en 1943, hubo un bombardeo de la RAF
que les dejó sin casa y con lo puesto. Encontraron como realquilados un pequeño
ático, en el que trataron de sobrevivir. En aquellas circunstancias es cuando
conoció a mi padre ya tras terminar la guerra, en 1945.
La historia de por qué se encontraba mi padre en Stuttgart en 1945 es
mucho más rocambolesca. No entraré en detalles, pero se resume en que siempre
estaba en el lugar menos conveniente y en
el peor momento. Deja Alemania muy joven tras la IWW y se va a España. Allí
le pillan los difíciles años 30 y la Guerra Civil española como alemán. Un buen
día paró un camión levantando la mano derecha indicando auto-stop; los soldados
del camión -franquistas- le tomaron por tal por el tipo de saludo y le
acogieron. Se lo llevaron con ellos (siempre fue bien acogido como alemán) y se
pasó toda la guerra en Almorox a la espera de que Franco decidiese marchar
sobre Madrid. Acabada la guerra civil, pensó que España era un erial y no se le
ocurrió otra cosa que irse a Alemania en 1939 y como alemán; estaba claro que
no estaba muy enterado de lo que estaba pasando en aquellos momentos. Allí le
reclutaron a la fuerza, le mandaron al frente ruso como castigo, logrando
sobrevivir escondiéndose en un pueblo con los caballos que logró llevarse. Se
enteró que al finalizar la IIWW, la zona menos conflictiva era la americana –
con Stuttgart de capital - y allá que se fue sobreviviendo dando clases de
español.
Allí conoció a mi madre, se casó en 1946 y de ello resulté yo en el
1947. Mi abuelo falleció el mismo año, de resultas de todas las penurias
vividas; él me llegó a conocer, pero yo era demasiado pequeño para recordarle.
Mi padre pensó de nuevo que Alemania estaba destrozada y con poco futuro y
decidió volver a España, que se suponía estaría más recuperada o evolucionada.
Craso error; mi madre y yo nos quedamos medio año en el idílico Bolzano,
mientras que él intentaba conseguir trabajo. En 1952 nos trasladamos a Madrid y
empezó mi vida “española”.
Fin de la historia.
Ahora llega el momento de las
reflexiones.
-
La IWW terminó en
1918. Que exista revanchismo contra los vencidos durante algún tiempo es
normal, pero que no se haya hecho borrón y cuenta nueva en 1923 en lugar de
tratar de hundir a Alemania, ya no lo es tanto. Eso es caldo de cultivo para
personajes como Hitler, que se hubiesen quedado en anécdota en otro caso.
Primer posible punto de inflexión.
-
Tras la aparición del Mein Kampf (o su primera parte en 1924),
lo que pretendía Hitler estaba clarísimo: cargarse a todo hijo de vecino no
ario y hacerse amo del mundo. ¿Por qué no se tomó buena nota desde entonces?
Quien avisa…
-
La Gran Depresión del
29 vino al pelo para cualquiera que prometiese “salir de la crisis”. Eso es
cierto, pero, ¿se pudieron haber evitado las consecuencias tan funestas para
Alemania? Los gobernantes desde luego no supieron dar la talla y luego pasa lo
que pasa...
-
La figura menos
conocida de Georg Strasser en la derecha alemana podría haber sido una
solución; cierto es que era el otro líder nazi, pero claramente más moderado y
con más tendencia al socialismo. Más de la mitad de los votos de su partido se
los hubiese llevado él; la intentona de mi tocayo canciller hubiera roto el
partido nazi y Hitler probablemente hubiese desaparecido del mapa político.
Pero Hitler, más despierto, se dio cuenta y el otro se durmió, lo que encima le
valió la muerte a tiros, por cierto, por parte de la bestia nazi Heydrich. ¡Y
Hitler encima había amenazado con suicidarse si ganaba Strasser, cosa que años
más tarde se comprobó que era capaz de hacerlo! ¡Qué oportunidad perdida!
-
Hindenburg tenía el
poder, al ser presidente, y encima despreciaba a Hitler. ¿No podría haber hecho
algo más desde su posición?
-
Von Papen también
podría haberlo evitado, pero se alió con la bestia pensando que podría
dominarla de tú a tú (“¡le das la mano y te coge el brazo!”)
-
Es increíble que hubo
bastantes atentados contra Hitler, pero ninguno tuvo éxito. El propio Hans von
Dohnanyi, quizás el miembro más activo en cuanto a complots contra Hitler de la
familia, ya lo intentó en Febrero de 1943 en Smolensk, pero resultó fallido. ¿Podría
haber sido la Abwehr más efectiva? El intento de Von Stauffenberg, ya muy
tardío, fue el que estuvo más cerca. A partir de ahí, Hitler se cerró en su
caracola… ya era tarde.
Corolario: debemos aprender de
la historia, de sus caminos torcidos y de los flashes de aviso. Las situaciones
se suelen repetir y de hecho ya ha sucedido, pero afortunadamente el entorno es
distinto con un mundo mucho más globalizado e informado.
¿Qué hubiera pasado si en cualquiera de los innumerables puntos de
inflexión de la historia se hubiera podido dar un pequeño golpe de timón?
¡Cuánto daño se hubiese evitado!
Y en mi familia, ¡quién sabe si mis primos
lejanos los Bonhoeffer hubiesen podido continuar viviendo en lugar de ser
vilmente asesinados todavía muy jóvenes!
Por otra parte, si mi abuelo y mi madre no hubieran tenido que volver a
un país en guerra, a lo mejor yo hoy sería italiano, o alemán, ¡o no haber
nacido siquiera! Sería curioso pensar que le debo la existencia a Hitler, pero
tampoco creo que se lo tenga que agradecer… y menos teniendo en cuenta que en
mi familia ya suman 5 asesinados por él (sin contar con mi tocayo canciller,
que vaya uno a saber si era en verdad de mi familia también) y otros –mis abuelos-
que al final también les costó la vida,
aparte de perder sus bienes en la guerra, como hemos visto.
¡A ver si va a resultar que este artículo se debe a Hitler!
KS, Agosto 2014