lunes, 25 de agosto de 2014

Hitler: daños colaterales en mi familia


  Hitler: daños colaterales en mi familia….  por Kurt Schleicher Tafel

  ¿Por qué escribo este artículo? Pues por una serie de casualidades y coincidencias.

  Empecemos por el principio. Este verano he asistido a una macro-reunión familiar que celebramos los miembros de mi familia materna – los Tafel- cada dos años, una vez en América y la siguiente en Europa. Esto se debe a que en Estados Unidos hay varios “asentamientos” de Tafel´s, descendientes de algunos que emigraron como otros muchos a ése país. No creo que haya muchos cow-boys entre ellos, ya que la mayoría se quedaron por el Este (Pensilvania en particular y otros se fueron a Canadá).

   Este año la reunión se celebró en Liverpool, cuna de los Beatles e iconos de la ciudad (por cierto, que me sorprendió por su buen ambiente, lejos del prototipo de una ciudad portuaria). Allí vive parte de nuestra “rama británica”, aparte de la alemana –la más numerosa y origen de la familia- y la italiana. Yo soy el único español.   En el acto tuvimos un invitado especial, ya muy mayor, escritor, que nos habló de su abuela –Julie Tafel -a la que llegó a conocer al celebrar su 90 cumpleaños en 1932; ésta a su vez era también abuela de un primo segundo mío, que fue un afamado teólogo, mártir y víctima de Hitler. Yo ya había oído algo de esto en términos generales (mi madre me habló de él), pero poco más sabía. Da la casualidad que entre los asistentes al encuentro de Liverpool, yo era el único que pertenecía a la misma rama de la familia de Julie, es decir, los que tenemos un tatarabuelo común frente a otras tres ramas diferentes. El primer Tafel desde el que se hace el seguimiento es de 1612, disponiendo de un árbol genealógico completo de las 4 ramas desde 1796.

                                                              Julie Tafel (1842-1936), hermana de mi tatarabuelo


  La conferencia trató de esta tía-abuela mía, muy longeva, que ya en sus últimos años se enfrentó en cierta forma a Hitler con ocasión del boicot que se hizo a los judíos en el año 1933, oponiéndose públicamente a él, poco después de hacerse Hitler con el poder en enero de aquél año. Dados los muchos años que ya tenía entonces -91- debieron de respetarla, pero me resulta simpática su imagen de viejecita incordiante plantada ante las tiendas judías  blandiendo su paraguas y haciendo lobbying para que la gente siguiera comprando en ellas, en contra de la voluntad del nuevo gobernante. Debe de haber sido una abuela con mucho carácter…

   Me pidieron en el encuentro que si poseía fotos de mis abuelos que las difundiera y también me propusieron que escribiese algo de mi rama familiar, cosa que acabo prácticamente de terminar para el blog familiar. Al investigar un poco más a fondo, he descubierto que víctimas de Hitler en mi familia, entre ahorcados y fusilados, había unos cuantos más de lo que yo mismo sabía, quién sabe si influidos por aquella abuela en el entorno familiar; de hecho, se manifestaron en contra de Hitler y/o incluso participaron directamente en conspiraciones contra él, cosa que terminó costándoles la vida. Pero no nos adelantemos.

   Aparte de esto, yo ya conocía de hecho la historia de mis abuelos maternos directos, que por causa de un decreto de Hitler en 1940 se vieron forzados a volver desde Italia a Alemania en plena guerra, lo que al final les terminó costando la vida a ambos.

   De aquí sale el título de “Daños colaterales de Hitler” en mi familia.

  ¿Podría haber sido la historia diferente de lo que fue? ¿Qué hizo que se “torciera” todo?

  Pasemos de puntillas por encima de la historia alemana desde el final de la IWW y el tratado de Versalles, con una Alemania vencida y controlada, aunque con la democracia vigente en las sucesivas repúblicas de Weimar. Imperaba la resignación y los deseos de mantener una normalidad institucional, lo que estaba en pugna con la inestabilidad inherente a aquellas repúblicas y más teniendo en cuenta las deudas de la guerra acumuladas que había que pagar, que contribuían en gran medida a esta inestabilidad. El momento clave fue en Enero de 1923: a la vista de los retrasos en los pagos de la deuda, Francia decidió ocupar la cuenca industrial del Ruhr como represalia, con graves consecuencias para la naciente economía alemana. El canciller alemán Stresemann decidió contemporizar y declarar el estado de emergencia (por si acaso) dejando el poder en manos militares centrales. Esto colmó el vaso del gobierno autónomo de Baviera, la “Cataluña alemana”, declarando igualmente el estado de emergencia y poniendo a su propio general al mando enfrentándose al poder central. Hitler ya era entonces el líder del partido nazi con sus “camisas pardas”, embrión de las futuras SA y SS, dentro del ámbito regional bávaro, por supuesto. Ya entonces tenía la intención de iniciar un levantamiento o golpe de estado contra el gobierno central. Cuando entrevió que la salida de la crisis sería, o bien por capitulación del gobierno bávaro o bien por declaración de independencia bávara, decidió que lo mejor era iniciar la revolución ya mismo dando un golpe de estado (bávaro) y formar gobierno nuevo, con él a la cabeza y con la ayuda de un veterano general (Ludendorff). Fue el famoso “putsch” de la cervecería de Munich, que le salió mal y fue encarcelado.

   Es curioso que este hecho no hizo sino lograr que el hasta entonces desconocido Hitler dejara de serlo y encima le diese la oportunidad de poner en orden sus ideas escribiendo en la –dorada – prisión su famoso libro Mein Kampf, que le dejaría pingües beneficios a lo largo de su vida, pues el libro se vendió muy bien y dio alas a sus ideas de revanchismo y “renacimiento” del espíritu alemán en muchas candorosas mentes. Ya se le veía el plumero preconizando que el nacionalsocialismo alemán (o sea, él) debería ser “el amo del mundo”, a base de destruir Francia y cargarse la democracia allá donde estuviera, expandiéndose tanto al este como al oeste para lograr su “espacio vital alemán”, al tiempo que depuraría la raza aria expulsando a todos los demás, empezando por sus odiados judíos. O sea, que ya en 1924 cuando salió de la cárcel, dejaba claras sus intenciones, que al fin y a la postre originaron la IIWW.

   Sin embargo, todo eso levantó también muchas suspicacias y el partido nazi fue perdiendo popularidad hasta un nuevo hito histórico: la Gran Depresión de 1929, que se cebó especialmente en la débil Alemania. Recuerdo que mis padres me contaban que en aquella época se empapelaban las paredes con billetes de banco, los antiguos marcos, que perdieron todo su valor y salía más barato hacerlo así que comprar papel para ello…

   Hitler había aprendido la lección; luchar contra el gobierno a base de golpes de estado no parecía dar resultado y decidió que era mejor disfrazarse de cordero y armarse de paciencia; a río revuelto (crisis), ganancia de pescadores… Tras seis años de luchas internas, había conseguido hacerse con el control del partido nazi y sus ideas cayeron en campo abonado tras los devastadores efectos en la economía alemana tras la Depresión.

               Relación biunívoca entre la Depresión del 1929 y votos al partido nazi


    1930. El presidente de Alemania era entonces el ya anciano Hindenburg, quien nombró canciller a un economista, Brüning, a ver si solucionaba la crisis económica. Pero sus estilos eran bien diferentes: Hindenburg gobernaba a base de decretazos y Brüning era un demócrata convencido y convocó elecciones generales en 1930. Sorpresa: los nazis resultaron como segunda fuerza política incluso por delante de los comunistas (eso me recuerda ciertas elecciones francesas recientes, por cierto…). Hitler aprovechó su “momentum” y fue ganando apoyos entre los militares y hasta en los poderes fácticos de la economía, con sus promesas de resolver la crisis “de un plumazo”. Hindenburg (que despreciaba a Hitler) y Brüning no lograron acuerdos con Hitler y se proclamaron nuevas elecciones en 1932. Otra sorpresa: Hindenburg ganó ampliamente. Razón: que dentro del partido nazi las fuerzas también estaban divididas entre Adolf Hitler y Gregor Strasser, facción más “moderada” dentro de los nazis y al que Hitler odiaba. Brüning preconizaba la vuelta a una monarquía parlamentaria al estilo inglés, lo que le enfrentó a Hindenburg. Aquí intervino el general Kurt Von Schleicher (¡coincidencia de nombre y apellidos!), amigo de Hindenburg, quien ya estaba viendo las orejas al lobo nazi, logrando que se nombrase canciller a una figura política respetada (Von Papen) y evitar así que Hitler lograse una eventual mayoría. Aquél convocó nuevas elecciones en el mismo año 1932, logrando que los nazis perdieran votos, pero sin poder evitar que se alzaran como primera fuerza política. Schleicher se ofreció a Hindenburg prometiendo dividir al partido nazi si le nombraba canciller deponiendo a Von Papen, que no había conseguido seguimientos suficientes; la idea era ofrecer la vicecancillería junto con él al “enemigo” de Hitler, Strasser, mejor aceptado parlamentariamente. La idea no era mala (“si no puedes con tu enemigo, alíate con él” o “divide y vencerás”). Así se hizo: Hindenburg echó a Von Papen y nombró Canciller a mi tocayo Schleicher. Éste no perdió el tiempo y se puso en contacto con Strasser, logrando su objetivo y que éste ganase en popularidad frente a Hitler, tanto es así, que se cuenta que Hitler amenazó hasta con suicidarse. ¡Qué momento más bueno para haberse cargado a “la bestia”, como ya se conocía a Hitler! Pero a Strasser no se le ocurrió otra mejor idea que irse de vacaciones, esperando ser llamado a su vuelta a liderar el partido y ser vicecanciller. Hitler se aprovechó, maniobró y colocó en puestos claves del partido a sus simpatizantes, echando a los otros, haciéndose con el control “de facto” tras convocar una “Jura de fidelidad” en Berlín. Strasser desapareció del mapa político.

    Gregor Strasser          





                         
   Kurt von Schleicher, último canciller de Alemania antes de Hitler. (Imagino que se trata solamente de una coincidencia de nombre y apellidos, pero en fin, tocayo doble sí que lo es al menos).

 

   Hitler, ya envalentonado, exigió ser Canciller sin más historias, tras ganarse incluso al hijo de Hindenburg y haciendo que su padre flaqueara. Encima, Von Papen, aún escocido con Schleicher por haber conseguido que le echaran de canciller, se puso de acuerdo con Hitler y engañó a Hindenburg con promesas de que podría controlar “a la bestia” si formaba gobierno con él, pues estaría en minoría. Hindenburg finalmente se dejó convencer, Schleicher tuvo que renunciar y se nombró nuevo Canciller al propio Hitler, con Von Papen de vicecanciller. Era el 30 Enero de 1933. La bestia ya estaba al frente del gobierno junto a un anciano presidente Hindenburg, al que le quedaban sólo un par de telediarios.

              Hitler, con Goering y Von Papen, estrenándose como canciller en 1933.


    Ya estaba la zorra en el gallinero. Se vistió de cordero, hizo ver que se subordinaba a Hindenburg y engañó a Von Papen. Dos meses más tarde se incendió el Reichstag y Hitler se dedicó a sembrar cizaña, ofreciendo a sus “camisas pardas” (que ya superaban en número al propio ejército) para castigar a los culpables (nunca se supo si fue en realidad una maniobra urdida por el propio Hitler). Consiguió engañar de nuevo a Hindenburg, logrando que firmase una ley que dotaba a Hitler de todos los poderes legislativos, eso sí, manteniendo a aquél con  los derechos de la presidencia incólumes.

   Con ley en la mano, se cargó a todos los gobiernos regionales de un plumazo y nombró en su lugar a gobernadores convenientemente controlados por él. ¡Ya era “una” Alemania!



                      Hitler y Hindenburg en la celebración del 1 de Mayo de 1933. Las caras de ambos son un poema: Hitler      exultante y Hindenburg alicaído. Al día siguiente, Hitler se cargó a todos los sindicatos y después prohibió todas las huelgas.

 
   Si se le veía venir: en Abril de 1933 ya había promulgado el decreto de boicot a las tiendas y posesiones judías. (Recordar la oposición de mi tía-abuela). Es curioso mencionar que este decreto afectó seriamente a un tal Albert Einstein, que ya había salido por pies de Alemania un par de meses antes, a la vista de los prolegómenos. ¿Qué habría pasado si se hubiese quedado?

    Von Papen seguía de vicecanciller, pero ya era una marioneta. En Julio de 1934 se aprobó la Ley del Partido Único (el nazi, naturalmente) y sin dificultades parlamentarias.

   Alemania ya era una Dictadura y el lobo comenzó a quitarse la piel de cordero.

   De forma inmediata, en el mismo mes de  Julio y ya con las manos libres y arremangado, Hitler se encargó de “purgar” a todos sus declarados enemigos en la famosa “noche de los cuchillos largos” quitándolos sencillamente de en medio con sus SS y la recién creada Gestapo. Más bien se debiera haber llamado la “noche de la venganza”, pues los asesinados fueron, entre otros, los líderes de las SA que se opusieron a él, su enemigo particular en su propio partido Gregor Strasser, el antiguo canciller Kurt von Schleicher, al que se lo cargó junto a su esposa y  Ernst Jung, colaborador directo de Von Papen; éste último se libró de milagro.

   Llegados a este punto, ya entramos en la época del ascenso del tercer Reich. Hitler, con las manos libres y suficientes apoyos financieros, cumplió con lo que había prometido, pero bajo unas condiciones muy curiosas, como entre otras, aumentar los puestos de trabajo masculinos a costa de los femeninos, alegando que “las mujeres debían ser solamente amas de casa”. Se generó empleo y una moderada inflación, pero logró industrializar el país y mejorar de forma asombrosa su infraestructura. Eso le valió la credibilidad de muchos alemanes, consiguiendo su apoyo. A esto le siguió el rearme militar, incrementando en 600000 soldados al ejército de una tacada.

  En 1938 dio comienzo a lo que ya avanzó muchos años antes (¡!): su política expansiva. Empezó por el Este, aparentemente más fácil; se anexionó Austria, se quedó con los Sudetes (zona de habla alemana en Checoeslovaquia) y entró con su ejército en Praga conquistando el país de paso. Luego pretendió repartirse Polonia con Rusia tras un pacto con los soviéticos. A la vista de los éxitos y acuciado por las prisas, decidió invadir Polonia sin esperar más, lo que ya colmó el vaso de la paciencia de Francia e Inglaterra, declarándose la guerra en Septiembre de 1939.

    Aquí cierro el ciclo histórico antes de la IIWW, pues está claro que hubo muchas oportunidades para evitarla, ¡más aún conociendo las intenciones de Hitler desde muchos años antes!

   Está claro que no todos los alemanes estaban a favor del dictador que les había llevado a un callejón sin salida, aunque en aquella época y con los éxitos iniciales de la guerra, muchos se habrán dicho eso de que “vamos a ver qué pasa; este cabrón parece que cumple todo lo que dice y a lo mejor seremos los amos del  mundo de verdad…” Ciertamente se crearon varios núcleos secretos de oposición, aunque esto cogió mayor fuerza a medida que la guerra iba cambiando de signo.

    El más conocido fue la Abwehr, organización de inteligencia existente desde los años 20, cuya tapadera fue después el propio contraespionaje nazi, al mando del almirante Canaris desde 1935. Canaris inició actividades de oposición a Hitler en secreto tras iniciarse la guerra. Militares de prestigio, como Erwin Rommel o Klaus von Stauffemberg, también se unieron a ella posteriormente.

                                               Almirante Canaris, jefe de la Abwehr

  Canaris fue un personaje muy peculiar que merece un estudio más detallado, pero no lo puedo hacer aquí. Experiencia en combate en la Marina en la IWW, juventud en Chile dominando el español y grandes dotes de diplomático. A su vuelta a Alemania, llega a almirante y debuta en el contraespionaje desde 1935, teniendo acceso a mucha información privilegiada, que también le dio poder y prerrogativas. Desde el comienzo de la guerra, se horrorizó por los desmanes del nazismo y coordinó las labores de conspiración contra Hitler, que terminó sospechando algo, pero su encanto personal y popularidad hicieron que Hitler siguiera confiando en su buen criterio y fue quizás una de las pocas personas que llegó a manipular a Hitler (evitó que se forzase a Franco a entrar en la guerra, por ejemplo) y siempre trató de desanimar a Hitler de emprender campañas de castigo. Se rodeó en el marco de sus conspiraciones para quitar a Hitler del poder de muchas personas con relevancia y prestigio en diferentes ámbitos sociales.

   Mi primo segundo Dietrich Bonhoeffer, nieto de Julie Tafel, fue uno de ellos; Dietrich, pastor protestante desde 1925, ya había logrado un merecido prestigio internacional como teólogo, siendo muy crítico con la iglesia, tanto la católica como la protestante, por su apoyo – o al menos no resistencia- al propio Hitler. Tuvo conciencia muy pronto de la peligrosidad de éste y creó la iglesia confesional ya en 1933, opuesta abiertamente al régimen nazi, y se dedicó subrepticiamente a salvar y sacar judíos del país en colaboración con su cuñado Hans von Dohnanyi y su hermana Christine. Tuvo ocasión de viajar por Roma, Suecia, Suiza, Inglaterra y Estados Unidos, manteniendo contactos de tipo teológico y ecuménico. Volvió de América en uno de los últimos barcos que viajaron a Alemania antes de estallar la guerra; consideró que su labor debía estar allí, pese al riesgo inherente.

    Cuando Hitler se autoproclamó “Führer” = “guía”, Dietrich sacó un panfleto en el que le denominaba “Verführer”, que tiene el doble significado de “seductor” y “tentador”, ésta segunda en clara relación con el Diablo; la indirecta era evidente. Es posible que este “chiste” fuera una razón más para que fueran a por él. En 1939 se unió a la Abwehr de Canaris, junto a varios miembros de su familia: su hermano Klaus, su cuñado Rüdiger Schleicher (¡otra coincidencia!), su hermana Christine y el marido de ésta, Hans von Donanyhi (que formaron una pareja muy activa en la resistencia), así como su tío Paul Von Hase, nada menos que comandante en jefe militar de la ciudad de Berlín entre 1940 y 1944.

 
                                                                                Dietrich Bonhoeffer                 

                                    Hans von Dohnanyi  y Christine Bonhoeffer, en el libro de su resistencia a Hitler                 
 

                                                                                         Klaus Bonhoeffer                                   
 
 
 
                                                                                       Rüdiger Schleicher              
 

 
                                                                                           Paul Von Hase


                  Miembros de mi familia relacionados con la Abwehr y asesinados por Hitler en 1945,
                             a excepción de Christine, cónyuge de Hans, fallecida en 1965.

 

     Evidentemente, Dietrich ya era una persona sospechosa para los nazis y la Gestapo le tenía vigilado.

  Sus ideas teológicas se adelantaron claramente a su tiempo y han tenido gran influencia ecuménica, siendo reconocido por todas las tendencias del cristianismo, tanto liberales como conservadoras. Tenía el don de imbuir su rotunda fe en Jesucristo a sus discípulos y sosegar los espíritus atribulados en momentos difíciles, en particular a sus compañeros de celda.

    Dietrich fue detenido y encarcelado en Abril de 1943 en Berlín y más tarde, tras el atentado a Hitler del 20 Julio de 1944, fue trasladado a comienzos de 1945 al campo de concentración de Buchenwald primero y después al de Flössenburg, donde fue ahorcado al mismo tiempo que Canaris el 9 de Abril. Su paz interior y resignación momentos antes de su muerte fueron extraordinarios, como se contaría después por algunos testigos.

     En el mismo mes de Abril 1945 se fusilaría al resto de sus familiares mencionados, es decir, su hermano Klaus, sus cuñados Hans von Dohnanyi y Rüdiger Schleicher y su tío Paul von Hase.


    Esta reacción visceral de Hitler decidiendo todas esta sentencias de muerte pocos días antes de que él mismo se suicidara, tiene su origen en la pataleta que agarró tras el famoso atentado fallido de Von Stauffenberg, quien ya había coordinado una acción posterior para hacerse con el poder a la muerte de Hitler junto con otros muchos militares de alta graduación y fue fusilado meses antes en 1944. Este hecho se recreó en la película “Valkyrie” con Tom Cruise encarnando al personaje. El título de la peli se corresponde con la palabra clave del complot, evidentemente coordinado con la Abwehr. Otro acusado famoso de pertenecer al complot fue Erwin Rommel, forzado a suicidarse, pese a sus innumerables méritos de guerra y no haberse probado que formara parte de conspiración.
 


 
 
 
 
Von Stauffenberg (sí que tiene un aire a Tom Cruise, ¿verdad?) y la mesa que salvó a Hitler en el atentado.


   El propio Von Stauffenberg colocó la bomba a los pies de Hitler en la Guarida del Lobo en Polonia el 20 de Julio de 1944, pero desafortunadamente alguien la llevó un par de metros más lejos porque estorbaba. Stauffenberg ya tenía organizado que alguien le llamase para poder salir a tiempo; desde lejos vio la explosión y supuso que Hitler había muerto, poniendo en marcha la operación subsiguiente de alzamiento militar y preparar el fin de la guerra de forma pacífica. Lo que había pasado es que la bomba lanzó la pesada mesa contra Hitler y sus dos ayudantes, protegiéndoles y que resultaran sólo con heridas leves.

    Entre la marcha negativa de la guerra en aquél momento y este hecho, cuentan que Hitler se volvió mucho más desquiciado aún de lo que ya estaba.

  ¡Cuánto podría haber cambiado la historia del mundo si la maleta con la bomba hubiese continuado en su sitio! Hubieran sido 10 millones de muertos menos y que mis mencionados familiares hubieran seguido vivos.

   Retrocediendo a los años 30, contaré sucintamente la situación de mis abuelos maternos. Mi abuelo (1878-1947) fue ingeniero jefe de Siemens-Schuckert en Nuremberg; en 1933, los médicos le recomendaron que por una enfermedad bronquial se trasladase a un entorno más conveniente para su salud. Decidió jubilarse con la pensión que le daban en Alemania y trasladarse al Tirol italiano, por cierto en el mismo lugar y balneario de Merano en el que se recuperó Sissi y donde hay una estatua en su recuerdo. Encontró casa no muy lejos, en Bolzano, donde recaló con mi abuela y se llevó a sus dos hijas; una de ellas mi futura madre. Mi tía, hermana gemela de mi madre, se casó un año más tarde con un italiano, por lo que mis primos italianos siguen ahora todos también en Italia, siendo prácticamente la única familia con la que mantengo un estrecho contacto; mi prima mayor, que nació a finales del 1934, cumplirá en este año 80 años en Bolzano.

   Mis abuelos pasaron allí años muy felices, hasta que estalló la guerra, que desde aquél entorno idílico parecía estar muy lejana.


                                        Casa familiar cerca de Bolzano (aún existe)
 
                           
                                Alpes Dolomitas en el Tirol italiano (Fotos de 1934)


     Pero los hados en forma de Hitler lo fastidiaron; éste sacó un decreto-ley en 1940 que todos los pensionistas alemanes viviendo fuera de su país perderían su pensión si no volvían. Difícil decisión, que solamente tenía una salida: volver a Alemania. Probablemente en gran parte por el disgusto, mi abuela falleció el mismo año 1940 de un repentino infarto, por lo que mi abuelo regresó a Alemania solamente con su hija aún soltera (mi madre), que era quien cuidaba entonces de él. Encontró casa en Stuttgart, donde al poco tiempo, en 1943, hubo un bombardeo de la RAF que les dejó sin casa y con lo puesto. Encontraron como realquilados un pequeño ático, en el que trataron de sobrevivir. En aquellas circunstancias es cuando conoció a mi padre ya tras terminar la guerra, en 1945.

    La historia de por qué se encontraba mi padre en Stuttgart en 1945 es mucho más rocambolesca. No entraré en detalles, pero se resume en que siempre estaba en el lugar menos conveniente y en el peor momento. Deja Alemania muy joven tras la IWW y se va a España. Allí le pillan los difíciles años 30 y la Guerra Civil española como alemán. Un buen día paró un camión levantando la mano derecha indicando auto-stop; los soldados del camión -franquistas- le tomaron por tal por el tipo de saludo y le acogieron. Se lo llevaron con ellos (siempre fue bien acogido como alemán) y se pasó toda la guerra en Almorox a la espera de que Franco decidiese marchar sobre Madrid. Acabada la guerra civil, pensó que España era un erial y no se le ocurrió otra cosa que irse a Alemania en 1939 y como alemán; estaba claro que no estaba muy enterado de lo que estaba pasando en aquellos momentos. Allí le reclutaron a la fuerza, le mandaron al frente ruso como castigo, logrando sobrevivir escondiéndose en un pueblo con los caballos que logró llevarse. Se enteró que al finalizar la IIWW, la zona menos conflictiva era la americana – con Stuttgart de capital - y allá que se fue sobreviviendo dando clases de español.

   Allí conoció a mi madre, se casó en 1946 y de ello resulté yo en el 1947. Mi abuelo falleció el mismo año, de resultas de todas las penurias vividas; él me llegó a conocer, pero yo era demasiado pequeño para recordarle. Mi padre pensó de nuevo que Alemania estaba destrozada y con poco futuro y decidió volver a España, que se suponía estaría más recuperada o evolucionada. Craso error; mi madre y yo nos quedamos medio año en el idílico Bolzano, mientras que él intentaba conseguir trabajo. En 1952 nos trasladamos a Madrid y empezó mi vida “española”.

   Fin de la historia.

Ahora llega el momento de las reflexiones.

-        La IWW terminó en 1918. Que exista revanchismo contra los vencidos durante algún tiempo es normal, pero que no se haya hecho borrón y cuenta nueva en 1923 en lugar de tratar de hundir a Alemania, ya no lo es tanto. Eso es caldo de cultivo para personajes como Hitler, que se hubiesen quedado en anécdota en otro caso. Primer posible punto de inflexión.

-        Tras la aparición del Mein Kampf (o su primera parte en 1924), lo que pretendía Hitler estaba clarísimo: cargarse a todo hijo de vecino no ario y hacerse amo del mundo. ¿Por qué no se tomó buena nota desde entonces? Quien avisa…

-        La Gran Depresión del 29 vino al pelo para cualquiera que prometiese “salir de la crisis”. Eso es cierto, pero, ¿se pudieron haber evitado las consecuencias tan funestas para Alemania? Los gobernantes desde luego no supieron dar la talla y luego pasa lo que pasa...

-        La figura menos conocida de Georg Strasser en la derecha alemana podría haber sido una solución; cierto es que era el otro líder nazi, pero claramente más moderado y con más tendencia al socialismo. Más de la mitad de los votos de su partido se los hubiese llevado él; la intentona de mi tocayo canciller hubiera roto el partido nazi y Hitler probablemente hubiese desaparecido del mapa político. Pero Hitler, más despierto, se dio cuenta y el otro se durmió, lo que encima le valió la muerte a tiros, por cierto, por parte de la bestia nazi Heydrich. ¡Y Hitler encima había amenazado con suicidarse si ganaba Strasser, cosa que años más tarde se comprobó que era capaz de hacerlo! ¡Qué oportunidad perdida!

-        Hindenburg tenía el poder, al ser presidente, y encima despreciaba a Hitler. ¿No podría haber hecho algo más desde su posición?

-        Von Papen también podría haberlo evitado, pero se alió con la bestia pensando que podría dominarla de tú a tú (“¡le das la mano y te coge el brazo!”)

-        Es increíble que hubo bastantes atentados contra Hitler, pero ninguno tuvo éxito. El propio Hans von Dohnanyi, quizás el miembro más activo en cuanto a complots contra Hitler de la familia, ya lo intentó en Febrero de 1943 en Smolensk, pero resultó fallido. ¿Podría haber sido la Abwehr más efectiva? El intento de Von Stauffenberg, ya muy tardío, fue el que estuvo más cerca. A partir de ahí, Hitler se cerró en su caracola… ya era tarde.

      Corolario: debemos aprender de la historia, de sus caminos torcidos y de los flashes de aviso. Las situaciones se suelen repetir y de hecho ya ha sucedido, pero afortunadamente el entorno es distinto con un mundo mucho más globalizado e informado.

    ¿Qué hubiera pasado si en cualquiera de los innumerables puntos de inflexión de la historia se hubiera podido dar un pequeño golpe de timón? ¡Cuánto daño se hubiese evitado!

     Y en mi familia, ¡quién sabe si mis primos lejanos los Bonhoeffer hubiesen podido continuar viviendo en lugar de ser vilmente asesinados todavía muy jóvenes!

   Por otra parte, si mi abuelo y mi madre no hubieran tenido que volver a un país en guerra, a lo mejor yo hoy sería italiano, o alemán, ¡o no haber nacido siquiera! Sería curioso pensar que le debo la existencia a Hitler, pero tampoco creo que se lo tenga que agradecer… y menos teniendo en cuenta que en mi familia ya suman 5 asesinados por él (sin contar con mi tocayo canciller, que vaya uno a saber si era en verdad de mi familia también) y otros –mis abuelos-  que al final también les costó la vida, aparte de perder sus bienes en la guerra, como hemos visto.

   ¡A ver si va a resultar que este artículo se debe a Hitler!

 

KS, Agosto 2014

 

  


1 comentario:

  1. Después de todo lo que he leído todavía te admiro más.
    Un abrazo de alguien que conoces desde hace mucho tiempo.

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