La Tejera Negra … por Kurt Schleicher
¿Qué es eso de la Tejera Negra?
Algunos se lo habrán preguntado, pero me
figuro que muchos ya sabrán de qué se trata. A los que se lo hayan preguntado –
y no hayan ido todavía corriendo al Google a investigar- les dedico un pequeño
juego de adivina-adivinanza.
Tejera Negra. ¿Qué será?
Por el nombre, podría ser una araña venenosa;
Tejera podría venir de tejer, que eso es lo que se supone que hace una araña.
Lo de negra puede querer decir que a los que muerde les deja la familia de
luto, por lo que se deduce que su mordedura es mortal. Algo así como su
prima-hermana la viuda negra…
Pues no; no se trata de una araña, por mucho
que parezca tener cierta lógica.
¿Será acaso una organización de tipo mafioso?
Podría ser; una mafia debe tejer cierta oscura (¿negra?) organización para
ocultar los caminos por los que podría organizar la entrada de drogas
prohibidas… también tendría su lógica.
Pues tampoco. No es nada mafioso.
¿Será por ventura una especie de mujer fatal
o espía? Hombre, podría tratarse de una espía oriunda de algún país lejano que
una vez que sacase información relevante al incauto enamorado, lo mataría en
una orgía de sexo de manera similar a como lo hace la mantis religiosa, aunque
después no se lo meriende. Igual que la araña, va tejiendo una red alrededor
del incauto y cuando lo tiene bien amarrado, se lo cepilla en el sentido negro
de la palabra, no en el verde, excepto que tenga ocasionalmente los bajos más
encendidos. Tiene, pues, su lógica que la Tejera Negra sea una bella pero
también sanguinaria espía…
No; tampoco es una espía ni una mujer fatal.
Una pena, pues sería muy novelesco…
Podría muy bien ser también algo bastante
menos romántico, como una tienda de materiales de construcción especializada en
piedra negra de pizarra para tejados, asumiendo que Tejera proviene de teja…
Nada, nada, que tampoco es eso, pero creo
que hay una cierta relación, como veremos luego. Templado; nos vamos acercando.
Podría ser también una zona en la que se de
dé un árbol llamado tejo (lugar de tejos = tejera). ¡Sí! El nombre parece ser que viene de
ahí, pues se llama tejera por haber tejos.
Pero lo del
color negro no se sabe todavía a cuento de qué viene, de forma que aún no lo
tengo del todo claro…
Bueno; ya está bien de adivinanzas.
Se trata del Hayedo de la Tejera Negra
(¡es un hayedo, no un tejero!) y está encuadrado en el Parque
Natural Sierra Norte de Guadalajara, muy cerca de la frontera con la provincia
de Segovia, de camino hacia Soria y muy cerca del extremo norte de la Comunidad
de Madrid. La población más cercana se llama Cantalojas.
La
verdad es que lo más famoso es el hayedo, pues no hay demasiados en España y
están bien cuidados. Éste es uno de los más meridionales de Europa, por cierto;
muy cerca hay otro más famoso todavía (¡será por estar en Madrid!) que es el
Hayedo de Montejo (de la Sierra). Mirando el mapa, resulta que ambos están muy
cerca, en la Sierra de Ayllón; uno cae del lado de Guadalajara (el de la
Tejera) y el otro del lado de Madrid. En línea recta no está a muchos kilómetros,
desde luego, pero por allí no hay muchos caminos y hay que dar rodeos para
llegar. El hayedo de la Tejera Negra es bastante más grande que el otro, con
sus 400 ha. frente a las 250 ha. del de Montejo; ambos son similares, sin
embargo, aunque el de la Tejera Negra es más montañoso.
Ya que
estamos dándole vueltas al origen del nombre, me asaltan ciertas dudas.
Oficialmente, lo que se cuenta es que el nombre proviene de los tejos que se
dan por allí, pero también es cierto que hay relativamente muy pocos si lo
comparamos con las hayas, los robles y los pinos. Haberlos, haylos, sin
embargo; pero, ¿tanto como para que la zona se llame así y no Hayedo Negro? Extraño.
¿Y lo de Negra? Pues podría ser porque en la zona hay varias carboneras y de
hecho se pasa por una haciendo la ruta. No estoy muy seguro, pues tras hacerla
lo que vi con cierta abundancia, sobre todo en los caminos, es pizarra negra.
Viene muy bien que los caminos lleven estas piedras planas, pues si no las
hubiera se convertirían en lodazales, dada la humedad que hay (auténticos
arroyos que bajan por las laderas). En resumen: que lo de Tejera Negra debe
provenir de todo lo anterior, aunque yo
no descartaría que fuera más bien por los tejados de pizarra, que allí abunda,
que se usan como tejas. Y de teja, tejera, y además es negra. Dixit.
Los
hayedos se suelen dar en zonas umbrías y húmedas con un microclima muy
particular; es probable que en la Sierra de Ayllón se den esas condiciones,
para ambos hayedos.
Vamos
al viaje en sí.
Es evidente que los hayedos son famosos por su espectacularidad
en otoño, pues los colores que se forman si se acierta con el día son
bellísimos. No es un secreto que me gusta la fotografía, razón por la cual cada
año hago una serie de excursiones en otoño empezando por las más cómodas cercanías de
Madrid; este año decidí que tenía que visitar en el momento apropiado el tal
hayedo, que no conocía. Por cierto, el otro hayedo, el de Montejo, conlleva
ciertas dificultades de acceso (reservas, madrugar…) y el acceso no es pues
totalmente libre, pero el de la Tejera Negra no tiene más limitación que el
aparcamiento, no muy grande, que conviene reservar si se va en fin de semana.
Evidentemente, es mucho mejor ir un día laborable para disfrutar más todavía
del entorno sin distorsiones por excesivo personal visitante.
Además,
por motivos fotográficos, debía ser un día en que la presencia del sol
estuviese asegurada; lo ideal es sol y nubes negras de telón de fondo, pero en
tanto el día esté despejado, bien. Tampoco conviene ir demasiado pronto en
otoño, pues los colores de las hojas no han llegado a su “madurez” y faltarían
amarillos. No conviene ir con el sol muy alto, pues lo bonito es fotografiar
contraluces. Es algo más difícil, pero luego se nota el resultado. Hombre, el sol
no debe estar ni demasiado alto (las hojas ya no se transparentan) ni demasiado
bajo (a ver quién es el guapo que hace una foto con el sol de frente, cuando ya
no sirve ni el parasol ni la mano).
El día
que se dieron todas estas circunstancias fue el 20 de Noviembre pasado; salí
algo tarde (tuve que hacer algo antes), pero me dije que si llegaba al mediodía
sería suficiente y así encajaría con el sol de tarde. Además, ya por los
solitarios caminos según me acercaba a la meta tuve que parar al encontrarme a
le vera de un río unos paisajes amarillentos espectaculares, con lo cual aún me
retrasaba más. ¡Tanta anticipación para luego no caer en lo más importante: que
los hayedos están en zona de umbría y en las laderas, por lo que el sol hace
mutis por foro antes de las tres y media! La verdad es que llegué más tarde de
lo previsto; el hayedo está a unos 160 km. de Madrid, pero parece que no llegas
nunca cuando va faltando poco y además no está muy bien indicado precisamente.
Yo iba en automático con el GPS marcando Cantalojas, pero ya me llevé el primer
susto cuando va y me lleva a un pueblo de otro nombre, obligándome a retroceder
maldiciendo por lo bajo. La verdad es que iba bien encaminado, pues se trataba
del siguiente pueblo. Cuando al fin
llego a la entrada del hayedo, el guarda te da un planito (ver el
adjunto) y te avisa que el aparcamiento está todavía a 8 km. por caminos de
tierra. Ya había sobrepasado las dos de la tarde tras todos estos eventos, por
lo que empezaba a ponerme nervioso.
Tras hacer los dos primeros kilómetros en
llano, de repente la carretera –el camino- se pone a descender por una ladera (ver la
foto), de forma que el sol ya ni se veía. ¡No, si encima sólo faltaba que no
pudiera hacer contraluces!
Bajada hacia el aparcamiento
Por
fin llegué al aparcamiento, medio vacío o medio lleno, como se prefiera;
observé que había gente que ya volvía. ¡El único que quedaba para empezar la
ruta debía ser yo! No había comido (llevaba un bocata), pero decidí que no
podría permitirme perder el tiempo. Se veía todavía sol. La ruta que me sugirió
el guarda era una de las tres que hay, la de Las Carretas, que al parecer eran
6 kilómetros andando. No parecía mucho, así que decidí calmarme, pero sin prisa
y sin pausa y que el bocata me lo tomaría cuando ya no hubiera sol. No había
contado con las pendientes del camino; exceptuando los primeros 500 m. a lo
largo del río Lillas (zona preciosa, por cierto), el camino no paraba de subir
y bajar, a veces con notables pendientes de rompepiernas, así que la velocidad
de avance ya no podría ser la misma…
Plano del Hayedo de la Tejera Negra, marcando la senda seguida
Sin
embargo, las primeras subidas me dieron varias alegrías fotográficas; el sol
estaba ya algo bajo, pero las sombras eran alargadas y muy fotogénicas (de
media, la primera etapa es subida en su mayor parte hasta llegar a la cima del
monte y los últimos 2 kilómetros ya serían de bajada).
Partiendo de la luminosidad, se podría dividir el paseo en tres fases:
la primera, con sol, la segunda con sol de fondo aún con bastante luz, pero ya
en umbría, y la tercera, ya sin sol. Es sorprendente cómo cambia el paisaje,
los colores y las sensaciones cuando se va pasando de la una a la otra…
Las
fotos en la primera fase son agradecidas, aunque hay que ingeniárselas para que
el sol de frente no fastidie la foto. Las fotos en la segunda son muy
difíciles, pues los fondos muy luminosos con los primeros planos en umbría son
“fastidiosos” si no tienes cuidado. En la tercera, ya da igual; lo que salga…
aunque ya avanzo que el bosque con menos luminosidad lo hace más misterioso y
las fotos lo muestran. Los colores son algo más apagados, pero me sorprendían
los amarillos, que con poca luz seguían destacando… Las fotos cogen un curioso
tono azul-violáceo, que con los amarillos y los ocres dan una sensación mágica
e irreal. ¡El otoño…!
Las 3 fases son como la vida: el sol de la
infancia, la penumbra con claridad lejana de la madurez y el atardecer de eso
que llaman acertadamente “el otoño de la vida”.
Creo
que ya sobran las palabras, pues con lo antedicho el lector ya está preparado
para disfrutar de los paisajes del otoño de un 20 de Noviembre en la Tejera
Negra…
KS, Nov. 2014.
FOTOGRAFÍAS
Dos fotografías antes de llegar a la Tejera Negra, cerca de Valvieja:
***
HAYEDO DE LA TEJERA NEGRA
Fotografías siguiendo la senda de Las Carretas, en el sentido indicado en el mapa:
Río Lillas
Comienza la subida
La Carbonera
Camino de pizarra
Panorámica desde la cima del monte
Al final del hayedo tras un ascenso continuado, comienza la bajada.
Zona de aparcamiento, a las 5 y media de la tarde.
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