jueves, 10 de diciembre de 2015

Castañares en otoño

Castañares en otoño, por Kurt Schleicher

   Todos los años suelo hacer un reportaje con mis fotos de otoño. El año pasado le dediqué uno al hayedo de la Tejera Negra, en Guadalajara, al lado de la frontera con la Comunidad de Madrid. En este año pretendía visitar el de Riofrío, pero ya no se terció. Para visitar el Hayedo de Montejo, el más conocido, hay bastantes dificultades logísticas (númerus clausus), por lo que desistí. Todos solemos estar obnubilados en el otoño por los hayedos, cuando en realidad los castañares son igual de bonitos que aquéllos en esta época.

  Este año descubrí dos castañares, uno el de El Tiemblo (más conocido) y el otro el de Casillas, ya no tan conocido, ambos en Ávila, casi en la frontera con Madrid. Es difícil decir cuál es más bonito, pero es curioso que siendo ambos castañares, tienen diferencias relevantes. Ambos los visité en Noviembre, primero el de Casillas y después el de El Tiemblo, con un intervalo aproximado de 10 días, los suficientes quizás para que en el segundo me encontrase con que los castaños tenían muy pocas hojas, aunque parecía que ya llevaban tiempo así. El otoño en 2015 se ha caracterizado por haber habido en un par de ocasiones tormentas y vientos, que habrán sido los causantes de tan notoria defoliación; he hecho lo que he podido para compensarla en lo posible, pues la belleza otoñal no tiene que ser necesariamente solo función de la cantidad de hojas.

  A señalar la enorme cantidad de castañas que había en el de Casillas, mientras que en el otro casi habían desaparecido, lo que indica que o bien había habido mucha más rapiña o que los castaños habían sido menos “fructíferos”. En aquél había zonas que estimo de unas 30 a 40 castañas por metro cuadrado en algunos lugares y sin tener que saltar ninguna valla o meterse en zonas privadas, lo que no está permitido. A los lugareños no les gusta que se cojan las castañas ni siquiera del suelo cerca del camino, pues el entorno en realidad es propiedad del pueblo de Casillas y viven de ello; en cualquier caso, había tantas que si se limita uno a recoger un saquito de un kilo o así, se hace la vista gorda (hay un vigilante a la entrada), pero es que hay gente que hasta sube en coche y carga sacos y sacos, probablemente para después venderlas. Eso ya cabrea, obviamente, cuando en el pueblo hay una cooperativa en donde las venden a un precio razonable. 

  Para entrar profundamente en el castañar de Casillas, hay que vadear un arroyo, que en noviembre ya suele bajar caudaloso, por lo que hay que hacer equilibrios y saltar de piedra en piedra, con el consiguiente riesgo de mojadura. Con un todo-terreno se puede cruzar bien, de todas formas. En la parte más alta, en un lugar conocido como La Ermita, suelen parar los coches, pues es un sitio idóneo para un picnic (teniendo cuidado de no sentarse en una zona húmeda). Allí hay un pequeño lago, que permite fotografiar el entorno con los reflejos característicos; si se coge todo él en una panorámica, resulta una especie de “forgendro”, dado que tiene los bordes blancos. El lugar es desde luego muy bucólico; casarse en esa Ermita y con buen tiempo podría ser una “pasada”. En el castañar, cerca del arroyo, se pueden ver algunos ejemplares de castaños centenarios, con un tronco ya considerable (estimo que hasta de 10 m. de perímetro).

   Un aspecto interesante es el cómodo acceso, ya que el castañar de Casillas está muy cerca del pueblo y se puede acceder a él y visitarlo a pie, sin necesidad de ir en coche, pues los autobuses que salen del intercambiador de Príncipe Pío le llevan a uno allí directamente en poco más de hora y media. Para los mayores de 65 significa que se puede ir pagando solamente un importe de 1,50 € por persona con la tarjeta de transporte de la Comunidad de Madrid, pues hay que contar que ya está fuera de ella por muy poco. El pueblo está curiosamente localizado en la ladera de la montaña, con una única calle más o menos “horizontal”; el resto están todas en pendiente, y no poca.

Casillas


                                                                        La Ermita



                                                                Castaño centenario

                             Panorámica desde Casillas  (véase la "boina" sobre Madrid a lo lejos)



  No ocurre lo mismo con el castañar de El Tiemblo, pues, aunque haya autobús a este pueblo desde Madrid, el castañar está bastante lejos (creo que a unos 8 km.), pero como el camino en gran parte es de tierra y con baches, se hace muy largo aún yendo en coche particular. Los fines de semana parece ser que hay un autobús que sube a los turistas, pero no tengo muy claro a qué horas. Hay un aparcamiento en la entrada del castañar, pero viendo los coches que había en un día laborable, estimo que los fines de semana o puentes habrá que llegar pronto (o coger el autobús del ayuntamiento, que para eso lo han puesto) y hay que pagar entrada, aparte del autobús.

   Después, el camino a pie hace un círculo alrededor del castañar, aunque hay varios otros caminos que van a sitios más recónditos para el que quiera ver más. Hacia la mitad del recorrido, se pasa al lado de un arroyo; éste ya no hay que vadearlo, pues hay un puente de madera que permite acceder al otro lado. El sitio es ideal para el refrigerio y después una buena siesta. En la primera parte del camino se pasa por un refugio, visitable, cerca del cual se puede contemplar la “joya de la corona”, que es un castaño ya no centenario, sino milenario. Impresiona pensar que se trata de un ser vivo que ha estado allí en plena Edad Media… ¡lo que podría contar si pudiera hablar! Se le llama “El Abuelo”. 
   Al volver, nos encontramos con lo que parecía un toro con su buena cornamenta, plantado desafiante en medio del camino; no era tal, sino una vaca, pero con sus dos ternerillos, quizás recién nacidos, detrás de ella. Como las madres cornudas con retoños pudieran ser peligrosas, decidimos que un pequeño rodeo “por si acaso”, no estaba de más. El “chufla, chufla, como no te quites tú…” no nos parecía muy recomendable.








                                                                  Castaños centenarios

                                                          "El Abuelo", castaño milenario

vaquilla desafiante

  Con esto termina la descripción de los castañares.

   He añadido algunas fotos más de lugares de Madrid que suelo visitar todos los años en otoño: el Retiro, el parque del Moro, el parque del Soto, el Jardín Botánico y el Forestal de Villaviciosa de Odón. Todos estos lugares suelen ser una auténtica maravilla en otoño. Las parejas de novios también lo deben apreciar así, pues no es difícil encontrarse con alguna perdida en cualquier banco o recoveco; pasando a su lado, siempre le asaltan a uno viejos recuerdos de sentimientos, si no del todo olvidados, al menos un poco oxidados… pero estimulantes en cualquier caso.

  KS, Noviembre 2015.


                                                       Móstoles, parque de El Soto






Jardín Botánico

Carlos III





                                                  Palacio Real, jardines del Campo del Moro
                                             







Parque de El Retiro












Villaviciosa de Odón, parques de El Castillo y El Forestal








Leda y el cisne




   

2 comentarios:

  1. Sé de tu buen hacer fotográfico y lo acabo de afianzar una vez más aparte de que también me afirmo en que se te da fenomenal la escritura. De las fotos, las del castaño milenario, dos composiciones que haces, imagino que con un objetivo tipo ojo de pez, y me llama la atención la de la madre con su pequeño que parece estuviese echándole algo en cara. Enhorabuena por el reportaje.

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  2. Sé de tu buen hacer fotográfico y lo acabo de afianzar una vez más aparte de que también me afirmo en que se te da fenomenal la escritura. De las fotos, las del castaño milenario, dos composiciones que haces, imagino que con un objetivo tipo ojo de pez, y me llama la atención la de la madre con su pequeño que parece estuviese echándole algo en cara. Enhorabuena por el reportaje.

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